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LA SEÑORITA ETCÉTERA
ARQUELES VELA
1922

Texto al cuidado de Gustavo Jiménez Aguirre y
Guadalupe Martínez Gil

El sueño comenzaba a desligarme. Sentí cansancio. Su languidescencia doblada sobre mis brazos con la intimidad de un abrigo, se había dormido…

Era natural. Seis días de viaje incómodo, la hacían perder su timidez.

No era por nada… El cansancio también la desligaba a ella de todas sus ligaduras.

Pensé… Ella podría ser un estorbo para mi vida errátil. Para mis precarios recursos. Lo mejor era dejarla allí, dormida. Huir…

De pronto me acordé del calendario amarillento de mi niñez sin domingos.

Del alba atrasada de mi juventud, de mi soledad.

Acaso ella, era ELLA…

Y me eché a andar yo solo. Hacia el lado opuesto de su mirada…




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