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LA CASA QUE ARDE DE NOCHE
RICARDO GARIBAY
1971

Texto al cuidado de Gabriel Enríquez Hernández y
Guadalupe Martínez Gil

Un día llega al Charco un hombre cubierto de polvo, y se sienta en los escalones del portal.

Adormecido el viejo lo observa; al cabo de un rato se espanta las moscas de la barba y dice: —Quihubo tú. El hombre salió hace siete años de aquí. Nunca en siete años se supo de él.

Y así se están, el viejo dormitando, el hombre limpiándose morosamente el sudor.

—Tás igual —dice el viejo después de varios minutos.

—Aquí todo igual —insiste el viejo media hora después, y mucho después se levanta, se estira, patea un poco el piso y vuelve a sentarse y consigue un diálogo lleno de silencio, de frases cortas y en los huesos, como si a los dos les costara mucho esfuerzo hablar.




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